Por: Israel Sánchez Zamora
“Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”
Neil Armstrong
Neil Armstrong
Leía el otro día un artículo de Leo Zuckermann en su columna “Juegos de Poder”, acerca de sus emociones y recuerdos en relación a la llegada del hombre a la luna, cuarenta años atrás. De hecho el título del artículo es “Se me eriza la piel, 40 años después”.
E independientemente de la enorme importancia que dicho hecho representa para la humanidad, por si mismo. Lo que me llamo realmente la atención es el grado de descalificación e intolerancia que como individuos y sociedad poseemos, ya que la mayoría de los comentarios a dicho artículo eran ataques, que se pueden sintetizar desde un: “que hueva”, “¿Cómo un articulista serio puede escribir algo así?”, el ya infaltable “todo eso fue un complo, una mentira”, “los únicos que salieron ganando fueron los Estados Unidos, no nosotros”, etc.
Y entonces me puse a pensar ¿Y ... SI LA LUNA FUERA DE QUESO DE NUEVO? como cuando era chico, ¿O ... VIVIERA DE NUEVO EN ELLA UN CONEJO SALIDO DE UN CUENTO INDÍGENA? como me lo contaron un día mis tíos.
¡A MI ME GUSTARÍA QUE LA LUNA SIGUIERA SIENDO DE QUESO!, que en ella siguiera viviendo un ratoncito que de ella comiera. Me gustaría contarle a Emiliano y algún día a mis hijos que en ella siguen viviendo en paz un ratoncito glotón y simpático, y un conejito salido de un cuento indígena.
Me gustaría que ellos pudieran contemplarla y soñar lo que quisieran. Que si se les da la gana al verla puedan cantar alegremente lo que dice esa vieja canción “Cuando la luna se pone re’ grandota, como una pelotota y alumbra el callejón …”, o que piensen al verla “que de las lunas la de octubre es más hermosa” y que nadie los condene por ello.
Pero la luna ya no es de queso, ya no es de sueños, ya no es de encanto. Ahora 40 años después cuando alguien escribe que se le “eriza la piel” nada más de recordar el momento en que el hombre llego a la luna por primera vez, eso es de “hueva”, es de condena, es de enojo.
Y si eso es de “hueva” ..., ya entiendo por que en la actualidad, no nos sorprende, ni indigna, que tanta gente viva en la pobreza, o los millones que son víctimas de cualquier tipo de explotación. ¿Por qué nos han de indignar las matanzas diarias ligadas a todo tipo de crimen o la muerte de 49 niñitos en una guardería?.
... ¡YO QUISIERA QUE LA LUNA SIGUIERA SIENDO DE QUESO!
E independientemente de la enorme importancia que dicho hecho representa para la humanidad, por si mismo. Lo que me llamo realmente la atención es el grado de descalificación e intolerancia que como individuos y sociedad poseemos, ya que la mayoría de los comentarios a dicho artículo eran ataques, que se pueden sintetizar desde un: “que hueva”, “¿Cómo un articulista serio puede escribir algo así?”, el ya infaltable “todo eso fue un complo, una mentira”, “los únicos que salieron ganando fueron los Estados Unidos, no nosotros”, etc.
Y entonces me puse a pensar ¿Y ... SI LA LUNA FUERA DE QUESO DE NUEVO? como cuando era chico, ¿O ... VIVIERA DE NUEVO EN ELLA UN CONEJO SALIDO DE UN CUENTO INDÍGENA? como me lo contaron un día mis tíos.
¡A MI ME GUSTARÍA QUE LA LUNA SIGUIERA SIENDO DE QUESO!, que en ella siguiera viviendo un ratoncito que de ella comiera. Me gustaría contarle a Emiliano y algún día a mis hijos que en ella siguen viviendo en paz un ratoncito glotón y simpático, y un conejito salido de un cuento indígena.
Me gustaría que ellos pudieran contemplarla y soñar lo que quisieran. Que si se les da la gana al verla puedan cantar alegremente lo que dice esa vieja canción “Cuando la luna se pone re’ grandota, como una pelotota y alumbra el callejón …”, o que piensen al verla “que de las lunas la de octubre es más hermosa” y que nadie los condene por ello.
Pero la luna ya no es de queso, ya no es de sueños, ya no es de encanto. Ahora 40 años después cuando alguien escribe que se le “eriza la piel” nada más de recordar el momento en que el hombre llego a la luna por primera vez, eso es de “hueva”, es de condena, es de enojo.
Y si eso es de “hueva” ..., ya entiendo por que en la actualidad, no nos sorprende, ni indigna, que tanta gente viva en la pobreza, o los millones que son víctimas de cualquier tipo de explotación. ¿Por qué nos han de indignar las matanzas diarias ligadas a todo tipo de crimen o la muerte de 49 niñitos en una guardería?.
... ¡YO QUISIERA QUE LA LUNA SIGUIERA SIENDO DE QUESO!
UNA HISTORIA DE RATONCITOS
Cuentan nuestros abuelos y los papás de nuestros abuelos que la Luna no es un astro espacial, sino que es un queso grande, redondo y blanco.
Tan blanca y maravillosa es la fuerza de la luna que mi ratoncito se quedo sorprendido. Noche tras noche admirando en el cielo inmenso, buscaba la manera de pegarle un enorme mordisco.
Sentía el aroma que desprendía llegada la magia de la noche, y soñaba con que llegaría tan cerca como a su ser amado para probar las delicias de tan exquisito manjar.
Soñaba que encontraba el lugar más alto del planeta para brincar a su paraíso, y que excavaba túneles en la luna blanca de queso, probando a encantadores mordiscos su quesito.
Y pasaba horas y horas comiendo y excavando, túnel tras túnel hasta que, de pronto, ¡la luna se acababa y mi ratoncito se caía en el vacío!. Pero siempre se despertaba entre mis brazos, más bien abrazando su almohada, ¡con una enorme sonrisa!.
Muchos se preguntan si los enormes y extraños agujeros de la luna blanca de queso son producto de las delicias del ratoncito. ¡Tal vez el mundo nunca lo sabrá!.
Tan blanca y maravillosa es la fuerza de la luna que mi ratoncito se quedo sorprendido. Noche tras noche admirando en el cielo inmenso, buscaba la manera de pegarle un enorme mordisco.
Sentía el aroma que desprendía llegada la magia de la noche, y soñaba con que llegaría tan cerca como a su ser amado para probar las delicias de tan exquisito manjar.
Soñaba que encontraba el lugar más alto del planeta para brincar a su paraíso, y que excavaba túneles en la luna blanca de queso, probando a encantadores mordiscos su quesito.
Y pasaba horas y horas comiendo y excavando, túnel tras túnel hasta que, de pronto, ¡la luna se acababa y mi ratoncito se caía en el vacío!. Pero siempre se despertaba entre mis brazos, más bien abrazando su almohada, ¡con una enorme sonrisa!.
Muchos se preguntan si los enormes y extraños agujeros de la luna blanca de queso son producto de las delicias del ratoncito. ¡Tal vez el mundo nunca lo sabrá!.
Anónimo
Es cuanto.