lunes, 14 de mayo de 2012

LA VEO Y ME SIGUE PARECIENDO MARAVILLOSA

En la fotografía: Isaac Rabín, Bill Clinton y Yasir Arafat en las negociaciones de paz de 1993.
Para dos hermanos, pero sobre todo para dos amigos.

LA VEO Y ME SIGUE PARECIENDO MARAVILLOSA
Por: Israel Sánchez Zamora

Voy a iniciar este trabajo, citando el dialogo final de una de las joyas de la cinematografía mundial, la película de Rocky IV.

En el cual después de haber vencido al ruso Iván Drago, el estadounidense Rocky Balboa le dice al público que vio la pelea, ya sea en vivo desde una arena de la en ese momento Unión Soviética o vía televisión a nivel mundial, lo siguiente:

“Gracias

Vine esta noche sin saber qué esperar.

He visto que mucha gente me odiaba y no sabía cómo sentirme, así que supongo que ustedes tampoco me agradaban mucho.

Durante esta pelea he visto muchos cambios: sus sentimientos hacia mí y mis sentimientos hacia ustedes.

Aquí hubo dos hombres matándose el uno al otro.

Pero creo que eso es mejor que 20 millones de dólares.

Lo que intento decir es que …

Si yo puedo cambiar …

Y ustedes pueden cambiar …

¡Todos pueden cambiar!”

Y se bien que es una simple película ochentera que está lejos de ser considerada una joya de la cinematografía mundial. Pero en lo personal me gusta mucho, y además considero que esta escena en particular refleja claramente el mensaje que quiero trasmitirles el día de hoy.

A lo que me refiero con el título del presente trabajo, es el impacto que me causa la foto en la que aparecen, Isaac Rabín, Bill Clinton y Yasir Arafat durante las negociaciones de paz en 1993.

¿Y por qué me impacta y me parece maravillosa dicha imagen?

Me parece maravilloso que dos hombres que en su momento representaban a dos pueblos históricamente enfrentados, dos pueblos que hasta el día de hoy no conocen la paz entre ellos, dos pueblos que se han disputado una porción de tierra que ambos consideran su territorio (pero sobre todo la consideran un lugar sagrado), dos hombres que tras de sí cargaban intereses altamente contrarios (halcones que siempre esperan la menor oportunidad para radicalizar sus posturas, para atacar), dos hombres que en síntesis no se representaban a si mismos nada más. Se hayan atrevido a reunirse para intentar sentar las bases sobre las cuales negociar, las bases sobre las cuales trabajar para intentar por fin establecer la paz entre sus pueblos. A pesar de todo el pasado, a pesar de toda la historia, a pesar de todos los intereses en contra, a pesar de la desconfianza mutua, a pesar del desdén mutuo, a pesar de la arrogancia mutua, a pesar de todos sus miedos, a pesar de todas sus inseguridades, a pesar de su visión de las cosas, a pesar de los costos políticos, a pesar de todos los riesgos, a pesar de poner en peligro su propia vida, a pesar de toda la intolerancia que rodea al mundo, a pesar … de todos los pesares.

Me parece maravilloso que esos dos hombres que podían seguir tranquilamente viviendo en su zona de confort, de descalificación y de odio. Se hayan atrevido a reunirse, se hayan atrevido a estrecharse la mano. ¿Qué perdían si seguían por el camino de odio que hasta ese entonces habían recorrido sus pueblos? ¡Nada!. ¿Qué perdían si seguían señalando a los otros como culpables? ¡Nada!. ¿Qué perdían si seguían escudándose en los estereotipos y prejuicios que históricamente los han separado? Seguramente, ¡Nada!.

Pero estos HOMBRES, y permítanme decirlo en voz alta y escribirlo con mayúsculas y negrillas. Se atrevieron a dar un paso adelante, se atrevieron a arriesgarse, se atrevieron a darse una oportunidad, se atrevieron a dejar a un lado su arrogancia, sus miedos, sus descalificaciones mutuas. Se atrevieron a intentar hacer a un lado todo el pasado de agravios, muerte, odio, discriminación que los separa, para buscar crear un nuevo futuro.

Y me pregunto ¿si esos dos hombres lo hicieron? ¿Por qué otros, en condiciones menos radicales no lo pueden hacer? ¿Por qué otros, que no representan pueblos enteros, qué no cargan tras de si intereses económicos, militares, políticos, históricos? No lo pueden hacer.

Citare una frase pronunciada por el presidente John Fitzgerald Kennedy, durante el discurso que dirigió en la Universidad Yale a los alumnos a la apertura del curso del año de 1962: “A menudo, el gran enemigo de la verdad no es la mentira – deliberada, sistemática, deshonesta -, sino el mito, persistente e irreal”.

¿Qué, el mito de su verdad es tan grande como para que no puedan tener la humildad, la grandeza y la nobleza para establecer puentes de comunicación y diálogo con su prójimo?

Yo creo, que si dos hombres como Isaac Rabín y Yasir Arafat, trataron de modificar su actitud para con el otro, con el fin de alcanzar una meta mayor, a pesar de todos los intereses que los rodeaban, ataban y amenazaban. Todos los demás lo podemos hacer.

Y si no cambiamos es por que simple y sencillamente no lo queremos hacer, por que aunque lo neguemos, el mito de nuestra infalibilidad, grandeza, superioridad ya sea moral o intelectual es mayor y nos gusta vivir con él. Por que preferimos descalificar al otro sistemáticamente y victimizarnos antes de ver que a lo mejor también el otro puede tener algo de razón y verdad en su postura, que no solo nos odia por ser bonitos, como “a lo mejor” arrogantemente queremos creer.

Que preferimos la descalificación fácil y rápida, al diálogo tal vez complicado que nos exija dominarnos y conocernos a nosotros mismos y al otro, para darnos una oportunidad.

En fin.

“mirad cuan bueno y delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía” …

“Si yo puedo cambiar …

Y ustedes pueden cambiar …

¡Todos pueden cambiar!”

Es cuanto.